Frente al Palacio hay un pequeño lago habitado por una variedad de aves a las que la gente daba de comer:
Ya en las afueras del parque nos encontramos con el monumento que la reina Victoria le hizo a su marido Alberto cuando falleció. Esto sí que me pareció ostentoso y precioso. Según dicen está bañado en oro. Si pincháis en la foto podéis ver lo pequeña que se ve la gente:
Después de ese remanso de paz nos llegamos hasta una zona de museos. En el trayecto nos encontramos a este curioso personaje del reciclaje. Su cuerpo está cubierto de botellas plásticas, fijaos en los detalles:
Los museos en Londres son gratis así que entramos un rato al Museo de Historia Natural con la intención de ver a un dinosaurio gigante, pero lo que más nos impresionó fue el corte de este árbol milenario, comparado con las personas es inmenso:
Y por fuera también...
La mañana dio para mucho y necesitábamos reponer energías. Volvimos a Bloomsbury y comimos en una cafetería de Russell Square, aún recuerdo cómo me sorprendió ese olor a té nada más entrar. Un olor que nunca percibo en las cafeterías de aquí.
Pronto vendrá nuestra visita al teatro y nuestro encuentro con Matthew Macfadyen...