martes, 24 de noviembre de 2009

De cine.

Me resistí para no verla en el cine, pero no pude. Intento no guiarme por la moda y mucho menos por vampiros y seres extraordinarios, pero esta vez funcionaron conmigo. Así que me planté en el cine el sábado por la tarde sorprendida por el público asistente, la mayoría superaba los treinta años por lo menos en esa función.

La segunda entrega cinematográfica de la saga de Meyer tiene más acción, pero a la vez mucha reflexión y sufrimiento. Fue el libro que menos me gustó porque Bella vive continuamente en un drama y Edward sale muy poco. Y aunque la película se ajusta totalmente al libro me gustó. Destaco por encima de todo la fotografía y los lugares.
Muy bueno el cambio en los ojos de los vampiros, a mí me impresionaban más. Los lobos también impresionaron, me encantó que le dieran esa expresividad. En cuanto a las actuaciones, me convencieron más los pequeños papeles (Carlisle, Jessica y Jane). La actuación de Alice entrañable y muy buena. Bella... pues siempre en plan víctima, tal vez no deberíamos de echarle la culpa a la actriz, el director y Meyer fueron quienes quisieron darle vida sin autoestima. Jacob, siendo casi el protagonista absoluto no me cautivó, pero reconozco que hizo una buena actuación y que su anatomía y su sonrisa iluminaban todo. El deslumbrante Edward esta vez quedó desplazado, sin expresividad, sufriendo mucho, espero que se supere en Eclipse.
Me fascinaron las escenas en los bosques, cuando Edward recitó los versos de Shakespeare de Romeo y Julieta y el encuentro con los Vulturi. Está mejor dirigida que la primera película, superó mis expectativas.

Otra película que también vi en el cine fue Siempre a tu lado, Hachikō. Cuando las películas me tocan la fibra sensible creo que son dignas de ser mencionadas. Está basada en un hecho real, sobre un perro de raza akita que vivió en Tokio a principios del siglo XX y que formó un vínculo afectivo muy fuerte con su dueño, un profesor de agricultura. Todo eso refleja la película pero trasladado al EUA actual y con un profesor de música. Tal vez algunos de vosotros ya conocéis esta historia tan popular en Japón, yo no os pienso desvelar nada más. Tan sólo advierto que es muy lacrimógena, hasta el mismo Richard Gere reconoció haber llorado cuando leyó el guión.
Tanta fue la lealtad demostrada por Hachikō, que hoy en día se exhibe una estatua de él en una plaza de la estación de trenes de Shibuya, Japón.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Algunos granitos de arena.

De vez en cuando me gusta ver qué podemos aportar al viejo y maravilloso planeta azul. Bien sabemos que los máximos ejecutores de esta tarea son las grandes empresas y los políticos. Pero mientras se lo siguen pensando, busco pequeñas acciones con la esperanza de que sean grandes.


  • Cuando guardemos nuestro dinero en el banco podríamos fijarnos en algo más que su rentabilidad, como por ejemplo, en qué se invierte. Algunos bancos pueden invertir en la industria armamentística o apoyar a gobiernos autoritarios. Otros dan preferencia a empresas con historial ecológico y humanitario. No sabría decir cómo averiguar esto, pero podría ser a través de abogados o trabajadores de bancos. Una vez que encontremos una entidad más o menos ética podemos trasladar nuestra cuenta ahí.

  • Que ya no queramos algo no significa que sea basura. Incluso podría darnos algún dinero. Vender lo que ya no usamos por internet es cada vez más común, por ejemplo en eBay. También intercambiando en mercadillos de trueque. De esta manera hasta te puedes sorprender encontrando cosas que buscabas desde hace tiempo.

    Quería poner de paso este vídeo que he visto últimamente. Además de crear conciencia es artístico:

  • La foto fue tomada en un viaje que hice a Lugo a la Playa de las Catedrales.
    Las recomendaciones fueron sacadas del libro ''365 maneras de salvar el planeta'' de Joanna Yarrow y redactadas por esta servidora.

    lunes, 9 de noviembre de 2009

    Marcando páginas para no perder detalle.

    Cada quien tiene su propia forma de marcar las páginas de los libros si no quiere perder el hilo de lo que lee cuando hace un paréntesis, doblando la esquina de la hoja, poniendo un lápiz, usando la propia cinta del libro si la trae o simplemente dejando el libro abierto. ¿Qué usáis vosotros? Hoy me animé a hacer unos simpáticos marcapáginas y aquí os muestro el resultado. Desde que los vi sabía que tenía que hacerlos.

    Uso marcapáginas cuando los encuentro, si no utilizo cualquier papel que tenga a mano. Pero ocurre que no sólo marco donde dejo la lectura, también voy marcando todas aquellas páginas con párrafos que me llaman la atención. Al mover el libro de un lado a otro los papeles a veces se deslizan y caen, de modo que estos marcapáginas que se sujetan a la hoja me parecieron ideales.

    La idea la saqué de una revista llamada Maestra infantil, copié las plantillas y utilicé trozos de cartulina que me habían sobrado de otras manualidades. Son muy fáciles de hacer, yo hice estos diseños, pero con imaginación se pueden hacer otros. Sí, probablemente haga otros diseños. ¿Qué dicen los lectores?